Tantos escándalos no son gratuitos por torpe y estúpida que ella pueda llegar a ser. Se desprende en la suma de tantos líos una estrategia al estilo Trump. Más conociendo como su asesor siempre ha estado cómodo entrando en polémicas en su carrera professional.
Sumemos a esto que la competencia por ganar el marco es cada vez más radical. La lucha por el encuadre entre los distintos sujetos políticos también puede parecer simplista o infantil. Pero por torpes y estúpidos que alcancen ser algunos enfoques también son necesidades de la estrategia cada vez más contaminada por el populismo.
La “imbecilidad” del mensaje va ganando terreno a medida que se polariza la disputa. Cuando las frases tienen que ser cortas, sencillas y ocurrentes no valen matices ni razones.
Más que discurso se necesita un titular llamativo. Más que un gran razonamiento se necesita tocar alguna emoción.
Y si para colocar el encuadre, o para despistar del no deseado, se llega al ridículo o la insensatez, no deja de ser un mal menor. Si despierta algún tipo de respuesta no deja de ser un éxito más..